Las danzas han sido procedimientos rituales de la religión y de la magia para propiciar y dominar la voluntad de las potencias misteriosas.
--Fernando OrtizEl movimiento tiene la virtud de elevar la conciencia e identificarnos con el espacio infinito. El sonido interno de las esferas metálicas propias de la cultura china no es otra cosa que la aproximación rítmica al equilibrio que guarda el movimiento de las estrellas. Al danzar, los seres humanos buscamos las fuerzas mágicas, la posibilidad de realizar los sueños, de comunicarnos con las fuerzas ocultas, interpretar la memoria histórica e incluso prevenir los acontecimientos futuros. El baile y la danza han significado también la terapia colectiva para los momentos más álgidos de la historia, con este sentido es que se danza para propiciar la lluvia, la buena caza, el triunfo en la guerra, la fertilidad, dar la bienvenida a los recién nacidos y despedir a los muertos.
Los bailes y danzas de la Costa Sur del Pacífico mexicano tienen raíces universales, ya que conjugan la experiencia cultural de indígenas, españoles y negros reunidos por los acontecimientos históricos en esta región. Se cuenta con múltiples relatos y de scripciones de estos bailes; algunos se refieren a la seducción de su contenido y otros al ritual que los requiere. La danza es el clímax de la fiesta del pueblo, con ella se transforma su voluntad en movimiento.
La historia de la danza en México nos ha sido legada en documentos y objetos artísticos que datan de hace más de tres mil años. Sus representaciones se han encontrado en todo el país desde los hallazgos de Tlatilco (1400 a.C.), donde aparecieron figurillas de barro que representan bailarines con máscaras, sonajas en las manos y cascabeles en las piernas; los códices Borbónico y de Tlatelolco; los testimonios de los cronistas del siglo XVI: Sahagún, Durán, Motolinia, Mendieta, Torquemada y Landa. Los conquistadores y colonizadores trajeron también sus bailes a la Nueva España, transformando aquellas danzas referentes a los Caballeros Águila y Caballeros Tigre en las de Moros y Cristianos, entretejiendo así la "hermosa trenza dorada" de la danza mexicana junto con nuestra tercera raíz venida de África.
En la historia de la danza en México encontramos que los académicos, intelectuales y artistas han jugado un papel muy importante al encabezar el rescate y la consolidación de las más diversas manifestaciones de las danzas, sones y jarabes. De forma similar en las comunidades de Oaxaca, los consejos de ancianos, los cabildos, las autoridades municipales y todos los personajes caracterizados al interior de los pueblos, se han preocupado por mantener las tradiciones y costumbres que tienen que ver con las danzas, bailes, sones y chilenas; porque todo esto es una manera de preservar la identidad, de identificarse con un lugar y una historia, de saber quienes somos "los verdaderos nosotros".
Se ha querido realizar este segundo Festival Costeño de la Danza con el propósito de dar a conocer una parte de las manifestaciones dancísticas de la costa. No hubiera sido posible sin la unión de muchas voluntades: de los pueblos participantes, de los grupos de danza de los mismos, de las asociaciones civiles, de los prestadores de servicios turísticos de Puerto Escondido y de los gobiernos municipal, federal y de los estados de Guerrero y Oaxaca. Que sirva este documento como una constancia de reconocimiento para todos.Margarita Dalton
Adentrarse en tierras oaxaqueñas es penetrar a un espacio donde las montañas son el mundo dominante. Sin embargo, la entidad cuenta con ocho regiones bien definidas geográficamente: los Valles Centrales, la Sierra Norte, la Sierra Sur, el Istmo, la Mixtec a, la Cañada, la región del Papaloapan y la Costa, las cuales presentan características muy propias atendiendo a su composición étnica, actividad económica y recursos naturales. La región de la Costa en Oaxaca comprende los distritos de Jamiltepec, Juquila y Pochutla.
La región costera de Oaxaca debe su nombre al litoral marítimo que corre desde el límite con Guerrero hasta poco antes del Istmo de Tehuantepec. Pero la llanura costera tiene un contorno muy irregular debido a que la Sierra Madre del Sur se acerca mucho al litoral, y sus contrafuertes la cortan formando tres microzonas planas y una de lomeríos situada en el extremo oriental de Pochutla. En el distrito de Jamiltepec se observa una amplia zona de lomeríos que sirven de transición a las partes serranas situadas más al norte, pero en Juquila y Jamiltepec no hay tal transición, y la sierra deja muy escaso margen a la llanura costera.
La vegetación natural en los lomeríos es de selva mediana subcaducifolia secundaria, mientras que en la llanura se observan tanto la vegetación propia de las dunas costeras como palmares, manglares y pastizales. En la sierra predomina el bosque mesófilo y, en las partes más altas, el bosque de pino-encino.
El clima húmedo y la riqueza hidrológica hacen que los suelos de la región sean de gran fertilidad. En toda la región se realizan cultivos de temporal, sobre todo de maíz, pero también se cultivan el cacahuate, la sandía, el chile, el frijol, el ajonjolí y otros productos en menor escala. De los bosques de la zona serrana se obtienen pino y, en menor grado, maderas tropicales corrientes y finas. En los distritos de Juquila y Pochutla es significativo el cultivo de café, mientras que en las zonas bajas se producen limón y coco a nivel comercial y mamey, nanche, mango y papaya para consumo local.
La etnia más numerosa de la región es la mixteca, y se concentra principalmente en el distrito de Jamiltepec, donde también habitan grupos importantes de tacuates y negros. En el distrito de Juquila se ubica la etnia chatina, y en Pochutla habitan zapote cos. Sin embargo, la mayor parte de la población es mestiza.
En el distrito de Jamiltepec destaca la ciudad de Pinotepa Nacional con una población superior a los 20,000 habitantes, siendo el núcleo económico de la zona; su industria es incipiente y se refiere principalmente a establecimientos para obtener aceite de limón y a los aserraderos, además de concentrar la comercialización regional de ganado vacuno.
Otras ciudades importantes de la zona son San Pedro Pochutla y los centros turísticos de Puerto Escondido y Santa Cruz Huatulco.
Las actividades preponderantes de la población ocupada son la agricultura, la ganadería y la pesca, que en conjunto captan al 66%. Varios ramos le siguen en importancia: manufacturas (5.4%), construcción (3.4%), comercio (4.8%), transporte y comunicacion es (1.9%), administración pública (2.5%) y servicios turísticos (2.9%). Con menos del 1% están las actividades relacionadas con la extracción petrolera, electricidad y agua, servicios financieros y servicios profesionales técnicos.
El perfil cultural de la Costa es variado, y manifiesta una enorme riqueza en las áreas de danza, música y artesanías textiles. Las principales labores artesanales son huipiles, enredos o pozahuancos, servilletas y hamacas. Tanto las danzas indígenas y negras como los bailes mestizos (chilenas de Pinotepa y sones de Pochutla, principalmente) desbordan ritmo y colorido. La combinación de los diversos componentes culturales de la región nos brinda una gran variedad de expresiones de carácter místico-religioso o profano, practicadas y conservadas como un importante elemento de identidad cultural de la región.
La cultura es una capacidad humana por medio de la cual se trasciende a través del tiempo y del espacio. Tal capacidad puede manifestarse en múltiples formas: la sociedad, la política, la religión, la economía o el arte. La danza es un arte de singular belleza, acompañarlo de música y significado para hacer una pieza dancística ha encontrado muchas formas de expresión a lo largo y ancho del mundo.
La música y la danza son dos de las manifestaciones de la vida humana que mejor reflejan las expresiones externas de una cultura, los sentimientos religiosos y los perfiles éticos y sociales de un pueblo.
La danza es el ritmo percibido visualmente, y nació de la observación de que el ritmo mismo es el elemento fundamental del movimiento universal: el cosmos se encuentra en constante movimiento rítmico. Desde galaxias y planetas hasta el funcionamiento del cuerpo humano, el ritmo aparece constantemente gobernando el movimiento y la vida. Ésta también sigue un ciclo rítmico de nacimiento, juventud, madurez, vejez y muerte.
México tiene una enorme tradición dancística con cuatro principales elementos de constitución: los tres grupos étnicos de los que surgió y las influencias de otras culturas con que ha contactado. Estos elementos son, en primer lugar, la supervivencia de los fundamentos culturales prehispánicos; en segundo, la influencia española ejercida a partir de la Conquista, permeada a su vez por elementos del resto de europa, además de modelos árabes y africanos; en tercero, los elementos culturales de los pueblos africanos que fueron introducidos durante la época de la Colonia, principalmente a las zonas costeras; por último, en forma indirecta, la influencia de países antillanos y sudamericanos, del sur de los Estados Unidos de América y algunos países europeos que tuvieron una intervención, directa o indirecta, en la historia de México, fundamentalmente Francia, Inglaterra y Austria.
En las fiestas mexicanas, en una mezcla de tradición cristiana e indígena, se perciben una serie de elementos que muestran toda una cosmovisión, es decir, una forma de ver al mundo, de entenderlo y de rebelarse contra él y contra la sociedad en que se es tá inmerso. La danza es una de las formas de expresar esta visión del mundo y de rendir culto a lo inexplicable.
El tiempo indígena aparentemente se determina según las fiestas católicas, sin embargo, el catolicismo es rebasado por las tradiciones culturales de los pueblos indios que van mucho más allá de la evangelización cristiana y de la conquista cultural y social que pretendieron imponer los españoles.
Así, los indígenas no renunciaron a sus creencias y costumbres, éstas se infiltraron en las nuevas que se introducían, dando lugar a una suigeneris forma de expresión que mantuvo las raíces indígenas pero mostraba las influencias de los conceptos artísticos, filosóficos y morales que impusieron los europeos.
Las nuevas formas de expresión se manifestaron en algunos campos con mayor claridad que en otros. La música y la danza fueron afectadas primeramente; la guitarra y otros instrumentos de cuerda y viento fueron rápidamente adoptados por los indígenas, y es tos instrumentos se utilizaron asimismo en el desarrollo de la música y danza mestizas. Los evangelizadores cristianos vieron en las danzas un instrumento de gran utilidad para sus fines e intentaron incorporarlas como una más de sus herramientas, impregnando los elementos culturales autóctonos de los conceptos cristianos.
De esta manera, el combate entre Caballero Tigre y Caballero Águila fue sustituido con elementos nuevos, como la pugna entre moros y cristianos en que la intervención de los santos ayudaba a combatir a los enemigos de la fe católica. Tal mezcla de elementos produjo un sincretismo sin par que conserva elementos cristianos y no cristianos en una amalgama sorprendente de valores estéticos y morales.
Y al singular resultado que produjo el fenómeno histórico de la Conquista, se le combinó además la herencia cultural de los negros africanos que fueron traídos a América como mano de obra esclava. La fuerza de las ejecuciones dancísticas y el ritmo inigualable de los africanos le dieron matices únicos a las danzas costeñas, ya que fueron las costas los lugares principales de su asentamiento. Aunque las danzas de la Costa son mayoritariamente indígenas, las influencias europea y africana son evidentes. A veces, aunque la melodía sea de raíz prehispánica, está interpretada con técnicas e instrumentos europeos o con ritmos africanos y antillanos.
Los elementos constitutivos que se han mencionado y las variaciones inevitables que el tiempo y la gente incorporan a las manifestaciones culturales, han hecho que las danzas en la actualidad hayan variado su estructura en la forma, pero en la mayoría de los casos mantienen intacto el fondo. Como muestra del profundo sentido que aún conservan las danzas y las fiestas en muchas regiones de México, éstas no constituyen un motivo de descanso y recreación sino, por el contrario, la actividad se intensifica y la gente aporta su tiempo, trabajo y dinero. La preparación de una fiesta patronal dura un año entero, durante el cual se consiguen los recursos para festejar de la mejor manera posible al Santo Patrón bajo cuya protección se vive y trabaja.
La responsabilidad de la fiesta descansa en un grupo o un individuo. En el primer caso se forman comités especiales (mayordomías) para la organización de una fiesta. Entre los vecinos del pueblo se encargan de adornar calles y plazas, preparar comida suficiente para la población y sus visitantes, y pagar a músicos o danzantes cuando no hay en la comunidad. En otras ocasiones toda la responsabilidad de la fiesta recae en un sólo individuo (mayordomo), para quien es un honor del que habrá de obtener un prestigio ante la comunidad en caso de cumplir adecuadamente con el compromiso.
Las danzas de la Costa Oaxaqueña son más que un simple motivo de esparcimiento, significan un acontecimiento social importante y poseen, además, un profundo sentido mágico y religioso. El danzante no baila para su diversión o la del público: sus danzas son una plegaria que invoca el apoyo de las fuerzas superiores, que él considera dominan al mundo, para demostrar devoción y respeto a la divinidad.
En muchas danzas populares de la región encontramos similitudes y constantes que las diferencian de expresiones culturales de otros lugares. Una de esas constantes es sin duda la costumbre indígena, reforzada por influencia africana, que hace danzar exclusivamente a los hombres, aún cuando la danza contenga personajes femeninos. Otra constante es la aparición recurrente de dos personajes: el Pancho y la Minga, pareja a la que las diferentes historias de las danzas atribuyen distintos orígenes y atributos, pero coinciden en representarlos de manera semejante: como un rico ganadero y su esposa.
Existe una tercera constante que comparten las danzas de la región con muchas danzas del país: el uso de la máscara. La máscara se usa en México como resultado de hondas raíces tradicionales y le confiere al danzante el sentido definitorio de su arte, tal como lo expresan Tonatiúh Gutiérrez y Elektra Momprade:En la época precortesiana era parte del ritual y estaba íntimamente vinculado al culto de los muertos. Las máscaras representan ya sea diferentes animales, hombres viejos de cabellos blancos y rostros arrugados; sirven también para que el danzante tome la personalidad del europeo, con su rostro blanco y barbado, o bien representan las fuerzas del mal con todos los atributos físicos del demonio. Pero al ponérsela, el danzante siempre oculta su rostro, se despoja de su personalidad de todos los días y con ella de sus inhibiciones normales; se identifica con el ser que representa y por espacio de unas horas se pone a vivir frenéticamente la vida de éste.
Existe una gran variedad de danzas conocidas como "del toro" en diversas regiones del país. La versión de Santiago Collantes es alegre y llena de movimiento, además de estar inspirada en una historia de la localidad. Santiago Collantes es una Agencia Municipal de Santiago Pinotepa Nacional. Se encuentra localizada al sureste de la cabecera municipal. Tiene una población aproximada de 3,000 habitantes, quienes se dedican principalmente a la siembra y cardado del algodón, cultivo del maíz y las actividades comerciales. Los habitantes de la localidad no hablan ninguna lengua indígena, ya que la ascendencia principal de la mayoría de la població n es de origen africano.
La danza del toro es una de las danzas más conocidas de la región. Se representó en el año de 1911 cuando el Presidente Francisco I. Madero visitó la comunidad. La gente del lugar, preocupada por darle una acogedora bienvenida, decidió interpretar una danza que caracterizara a la región. En una asamblea, la señora Doña Chucha Añorve propuso una danza relacionada con la historia de esas tierras, la historia de Don Pancho:
"Yo no sé la fecha exacta, pero hace muchos años, toda la Costa Chica Oaxaqueña pertenecía a un sólo dueño, un español que vivía en la ciudad de Oaxaca llamado Francisco Acho. Se dice que era dueño de 24 ranchos de ganado vacuno y tenía como caporal a un español en cada uno de ellos, quienes se reconocían por el nombre del rancho, así se mencionaba al caporal de Rancho Alegre, caporal del Santísimo, caporal de Rancho Grande, etc. En esa época sucedió una revuelta entre los nativos y mestizos del lugar, por lo que Don Pancho comenzó a perder ganado y se trasladó al Rancho del Santísimo, en el que vivía su caporal de más confianza. Grande fue su sorpresa al darse cuenta de que ya no tenía ni una sola res, y que sólo quedaba en sus corrales un toro, un bonito semental muy bravo que había escapado ya de diez ganaderos que insistían en ser los dueños, como evidenciaban las marcas de diez hierros diferentes. Don Pancho, furioso, acusó a los ganaderos de la región, quienes eran gente que había trabajado para él y que le habían robado. Para hacer valer sus demandas llevó al toro al juzgado, pero como era muy bravo, tuvo que reunir a sus veinticuatro caporales para dominarlo".
Esta historia sirvió de inspiración para la danza que fue mostrada al Presidente Madero, quien quedó muy complacido y bajó de la tribuna para saludar de mano a todos los danzantes. Además los exhortó a continuar representando la danza y se comprometió a enviarles una regalía. La gente del lugar no ha dejado de bailarla, al principio con la esperanza de recibir la regalía prometida, y más tarde porque se hizo una tradición representar la danza en las fiestas.
Los trajes que se usan en la danza constan de pantaloncillos y camisa a la usanza española, los primeros hasta la altura de la rodilla, y la segunda de colores brillantes en tela satinada. Detrás de la camisa cuelgan escarchas brillantes de colores que le dan vida al conjunto del vestido. El jefe de los caporales utiliza una binza (instrumento de cuero de res muy duro empleado como látigo), chaparreras y un sombrero diferente que marca su jerarquía. También llevan una cuerda que en ocasiones utiliza para intentar lazar al toro. El resto de los danzantes, los caporales, portan un listón cruzado sobre el pecho con un moño en el cruce. Los sombreros son adornados con un lienzo brillante y se le ponen cuatro espejos, imitando todo el zarco de los españoles. Los caporales utilizan un machete ficticio colgado sobre el hombro derecho.
La imagen de Don Pancho se hizo con una máscara que representa la piel blanca, mirada altiva, nariz aguileña, barba crecida y blanca. También se hizo la imagen de su esposa, María Domínguez, conocida como la Minga, cuya máscara imita piel blanca, ojos azules y cabellera rojiza; su vestido consiste en una falda larga y blusa de colores llamativos, lleva cargando una muñeca envuelta en un rebozo, la que representa a su hija. El toro se confecciona de carrizos con un forro de petate.
Los arreglos de los sones se adecúan a las relaciones, las cuales están compuestas en forma de versos. La interpretación de la música es hecha generalmente por cuatro instrumentos de viento: dos trompetas y dos saxofones, acompañados de un tambor que marca el ritmo y que, cuando los caporales se enfrentan al toro, retumba solo,añadiendo suspenso e interés a la danza.
Aunque el número de danzantes puede variar, por lo general son entre catorce y veinte, incluyendo al jefe de los caporales, a la Minga y al toro. En el desarrollo del baile el jefe de los caporales y Don Pancho bailan con la Minga (que es interpretada por un hombre), mientras que todos los caporales forman dos hileras o un círculo en pasos de danza de manera alternada, y el toro baila al centro. La historia que inspiró el nacimiento de esta danza se va desarrollando a través de los pasos dancísticos hasta que llega el momento de enfrentar al toro. Entonces, en medio de un círculo que forman los caporales, cada uno de ellos recita versos alusivos al festejo o a las personalidades presentes en la fiesta, y después ataca al toro, el cual embiste furiosamente. El violento choque de las espadas de madera con el toro de carrizo es vistoso y estremecedor, y constituye el clímax y la culminación de la danza.
La danza de los diablos no es exclusiva de Santiago Collantes, pero la interpretación que de tal danza se hace en ese lugar es la más conocida.
Esta danza contiene elementos de orígen diverso. Algunos de ellos datan de la época Colonial, cuando surgieron las haciendas españolas en la Costa y emplearon la mano de obra de los esclavos negros. Los hombres y mujeres de raza negra fueron utilizados en las rudas jornadas de trabajo en el clima tropical de la Costa del Pacífico. Su fortaleza, considerablemente mayor a la de los indígenas, propició que muchos hacendados de la zona introdujeran esclavos negros que sustituyeron o se mezclaron con la población.
Aunque las guerras que independizaron al país de la Corona Española tuvieron como una de sus consecuencias sociales la abolición de la esclavitud, este logro no se llevó a cabo de manera efectiva inmediatamente, sobre todo en las zonas más alejadas y de difícil acceso, como las haciendas oaxaqueñas y guerrerenses de la Costa. Aún después del término del sometimiento de indios y negros a los regímenes de encomienda y esclavitud, cuando fueron contratados como jornaleros siguieron viviendo en circunstancias similares a las que tenían siendo encomendados o esclavos.
Durante el tiempo transcurrido desde que los negros fueron arrancados de su tierra y traídos a la Nueva España, hasta fines del siglo XIX, siempre conservaron elementos de identidad cultural que los unieron y les permitieron soportar el duro destino que la historia les asignó. Entre esos elementos, algunos son de carácter religioso y artístico.
Cuando a principios del presente siglo estalló la Revolución Mexicana, un gran grupo de negros "Tenangos" (gente andariega) huyó de su condición de jornaleros mal pagados en diversas partes del país y se dirigió hacia la Costa Chica en busca de medios para embarcarse y retornar a Africa. Debido a que era un grupo numeroso les fue difícil conseguir medios suficientes para partir, por lo que aceptaron la oferta del hacendado Dámaso Gómez, quien los empleó como jornaleros en una despepitadora de su propiedad . Ahí se quedó el grupo por algún tiempo, que se pensaba sería corto. Mientras tanto continuaron con sus ritos religiosos, principalmente en honor al Dios Ruja, entre los que música y danza tienen un lugar destacado.
Al poco tiempo llegó a Puerto Minizo un barco que transportaba a un grupo de sonorenses que huía de la guerra del norte del país. Se establecieron en la región y convivieron con los Tenangos, haciendo una mezcla interesante de tradiciones y costumbres que enriqueció sus formas de expresión, incluyendo a la Danza de los Diablos.
La Danza de los Diablos es un ritual dedicado al espíritu del Dios Negro Ruja, a quien honraban y pedían ayuda para liberarse de sus duras condiciones de trabajo, es por eso que al inicio de la danza se le invoca con respeto y reverencia.
Actualmente el concepto de adoración al Dios Ruja se ha reducido y sustituído por la veneración de los muertos, por lo cual se baila únicamente en el ritual católico de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, los días 1 y 2 de noviembre. En un principio se acostumbraba que los danzantes recorrieran las casas donde había altares de muertos, en donde bailaban y comían. Luego se iban por las calles del pueblo hasta llegar a la calle principal encontrando finalmente un árbol frente al Palacio Municipal, que era el punto de reunión de toda la comunidad.
La danza se interpreta por un grupo de entre 16 y 20 personas que son todos los diablos, el jefe de éstos y la Minga, todos son danzantes masculinos. La influencia de los sonorenses es notoria tanto en el vestuario como en la ejecución de la danza. Los diablos se visten con ropas gastadas y rotas, en su mayoría de color café con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en diversas partes del cuerpo: en una mano, en la cintura en el cuello o en la cabeza. Todos llevan una máscara de madera con una cornamenta y pelo de crin y cola de caballo a manera de barba. El jefe de los diablos utiliza chaparreras y binza. La Minga usa una blusa tejida con un rebozo sobre los hombros, y una falda con flecos en la cintura y encajes blancos. Sostiene siempre una muñeca que representa a su hija.
En el desarrollo de la danza los diablos forman dos hileras. El jefe, junto con la Minga, bailan hacia atrás y adelante del espacio que queda en medio. Los pasos son rápidos y violentos. Frecuentemente se agachan para después pararse súbitamente, giran y se agachan nuevamente. En otras ocasiones realizan giros y rotaciones zapateando con fuerza el piso, cada vez más rápido de acuerdo al ritmo de la música.
El vestuario que utilizan, combinado con la altura y fortaleza de los negros, hace que den un espectáculo impresionante. En la región donde se practica la danza las madres cuidan a sus hijos pequeños cuando ven a los diablos recorrer las calles, ya que temen que se los lleven.
Una particularidad interesante es el tipo de instrumentos que se usan en la interpretación de la música de esta danza: una armónica, una quijada de res y un "teconte" (especie de tambor con el que se producen sonidos rítmicos por fricción de una vara larga con la piel que lo cubre).
Los estudiosos de la danza autóctona mexicana han descubierto constantes en danzas de regiones diferentes del país. La referencia a la tortuga es una de esas constantes, sobre todo en las zonas costeras. En el mismo estado de Oaxaca se representan dos distintas variantes de la danza de la tortuga: en la región del Istmo y en la Costa. Una de las intepretaciones más originales se lleva a cabo al sureste de Santiago Pinotepa Nacional, en la Agencia Municipal de José María Morelos, cuya cabecera es Santa María Huazolotitlán. El poblado tiene una población de 4,700 habitantes, dedicados principalmente al cultivo y comercialización del limón, la siembra de maíz, ajonjolí y cacahuate. También existe actividad ganadera: cría de reses, venta de carne, leche y e laboración de quesos. El 98% de la población es negra, por lo que la influencia indígena no propició la adopción del mixteco, que es la lengua indígena dominante de la región.
La intención de la Danza de la Tortuga que se practica en la Costa es ridiculizar el dominio español y rememorar la explotación que se hizo de los esclavos negros durante la Colonia. El control y la estricta disciplina impuesta por los españoles hacia los negros se representa con el látigo que lleva en las manos el Pancho, el capataz que reprime a sus compañeros de raza después de haberse ganado la confianza del amo. La Minga es la mujer del Pancho, es alegre y coqueta, por lo que constantemente es objeto de piropos que enfurecen a su pareja, quien la castiga con golpes, al igual que a todo aquel que se haya atrevido a abrazarla o besarla.
Durante el desarrollo de la danza la Minga ofrece a su "hija" a las personas del público, al elegido se le pide que abrace a la muñeca que representa a la supuesta hija; si la persona no la toma, la Minga grita llamando al Pancho para que castigue a quie n se atrevió a despreciar a su hija, y si la persona toma la muñeca llega el Pancho inmediatamente para reclamarle el que tenga a su hija en brazos y acusándolo de "tener que ver" con su mujer, por lo que le impone un castigo. El castigo consiste en bailar con la Minga; si no quiere bailar tiene que deshacerse de un objeto personal o dar una aportación económica para no ser castigado. Las aportaciones son usadas al final de la danza en la adquisición de licor para los danzantes.
La tortuga danza alrededor del resto de los personajes simulando un desove en la parte final de la danza; el danzante que interpreta al animal deposita en el suelo huevos de tortuga, el Pancho los toma para ofrecerlos a alguna personalidad invitada al festejo.
El vestuario que se utiliza es el siguiente: el hombre se cubre la cabeza con dos paliacates poniéndose sobre ellos una máscara y un sombrero, su camisa y pantalón son prendas viejas, rotas y remendadas, también usan huaraches; la mujer, además de los paliacates y la máscara, lleva sobre su cabeza una mantilla, su vestido es largo y floreado, cubierto con una manta de encaje negro, en los pies usa medias y huaraches; el Pancho lleva sobre su pantalón chaparreras de vaquero, reata, cuerno de vaca al hombro y una binza en la mano, además de botas con espuelas; la Minga es la única del grupo de mujeres que lleva peluca, vestido largo y rebozo cruzado sobre su pecho, en los brazos lleva la muñeca que representa a su hija, usa medias y zapatillas. El danzante que interpreta a la tortuga carga un caparazón hecho con un bastidor de madera y forrado de tela.
Danzan catorce hombres, siete de ellos disfrazados de mujeres; también el Pancho, la Minga y la tortuga son personajes interpretados por hombres. La danza consta de siete sones que no varían mucho en la música, pero sí en los pasos. La música es interpretada por una banda de viento. En ocasiones no se respeta la coreografía de la danza y se improvisan pasos, para después retomar los originales.
El tigre es un animal que ha inspirado innumerables bailes y danzas en diversas zonas del país. Una de las versiones más vistosas de la Danza del Tigre es la que interpreta la gente de San Juan Colorado, municipio del Distrito de Jamiltepec, al norte de Santiago Pinotepa Nacional; tiene aproximadamente 7,000 habitantes que se dedican principalmente a las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la minería. En este municipio en donde poco más de 4,000 individuos mayores de cinco años hablan lengua indígena, el mixteco mantiene una gran vitalidad y es la lengua de la vida diaria y ceremonial.
La danza está inspirada en la historia de dos ricos ganaderos de la región, Don Manuel Peña y Don José Cortés, a quienes un tigre mági co los despoja de su ganado. Don Manuel intenta comprar un perro cazador a un lugareño llamado José Ovejón, quien se niega a venderlo porque pertenece a su mujer, Doña Catalina. El perro, además de que no quiere separarse de su dueña, sólo con ella sabe cazar. Debido a lo anterior, Don Manuel contrata a los dueños para que vayan con su perro acazar al tigre.
Se inicia la búsqueda hasta que el perro encuentra al tigre, en ese momento comienza la cacería: José Ovejón le dispara con su escopeta, mientras Doña Catalina le señala el lugar en donde está el felino, y el perro ladra alrededor del árbol en el que se esconde.
Doce danzantes acompañan a los cazadores bailando alrededor del lugar en donde está el tigre. Las balas no dañan al tigre porque es mágico, así que Doña Catalina le da unos ajos a su esposo para que cure su escopeta y rompa el hechizo. Finalmente mata al tigre, le quita la piel y lo tira a una barranca. Antes de dar muerte al tigre, el danzante que lo interpreta, junto con el que interpreta al perro, realizan pasos espectaculares y acrobacias simulando la pelea.
La danza se acompaña con los siguientes sones: el son del borracho, que se baila mientras se toma licor de una botella; el son de la iguana, en el que los danzantes simulan los movimientos de este animal arrastrándose; el son del perico, en el que los da nzantes se ponen uno muy cerca del otro; y el son de Don Manuel Peña y Doña Catalina.
Esta danza es interpretada por catorce personas dispuestas en dos filas, posteriormente se les suman el tigre y el perro. Todos los personajes son interpretados por danzantes masculinos. El vestuario consta de pantalón blanco tejido de algodón, con un calzón de colores sobrepuesto que presenta además encaje desde la orilla hasta la rodilla. La camisa es tipo cazadora y se llevan dos paliacates, uno en la cabeza y otro en la mano. Usan una gorra adornada con chaquira de colores. La esposa del cazador lleva olanes y encajes en la orilla de su falda, también flecos a la altura de los hombros y en la cintura. El tigre viste un traje amarillo moteado, una máscara de madera con las facciones del felino que tiene espejos en los ojos. El cazador usa chaparreras, chaleco de gamuza y sombrero; su esposa lleva falda, rebozo, camisa bordada y sombrero.
Esta danza se realiza en cualquiera de las fiestas del año, cuando el mayordomo desea presentarla.
La interpretación que de esta danza hace la gente de San Juan Colorado, Jamiltepec, es una de las más bellas y con mayor sentido místico.
Esta danza se comenzó a representar poco antes del inicio de la Revolución Mexicana; la interpretan nueve danzantes (es de las pocas danzas de la región en que participan mujeres), acompañados de dos personas con banderas rojas y una con bandera negra. La música es interpretada por un violinista, un guitarrista y dos tamborileros.
El significado de la danza es la representación de la Pasión de Jesucristo. Los personajes que intervienen son Poncio Pilatos, Herodes, Caifás, algunos fariseos y algunos judíos, Jesucristo y la Virgen María. Al momento de salir, los danzantes son encabe zados por dos mujeres vestidas con huipiles y descalzas, que llevan braseros en los que queman copal. En el grupo de danzantes va uno que representa a Jesucristo y carga una cruz de aproximadamente un metro y medio de longitud.
Uno de los danzantes lleva en la mano derecha un bastón con un listón azul en la punta. Esto significa autoridad, ya que anteriormente el personaje era interpretado por el Presidente Municipal del lugar en donde se realizaba la danza, y era él quien cargaba la cruz para después ser encerrado en la cárcel de la localidad el domingo de Carnes Tolendas (últimos tres días en que se come carne antes del Miércoles de Ceniza) y liberado el martes a las tres de la tarde, día del Carnaval.
Los danzantes masculinos usan vistosas sonajas de jícara y machetes de madera en sus ejecuciones; visten con pantalones y camisa de diferentes colores, sacos, zapatos, calcetas de color carne, una mascada anudada al cuello, y llevan un cono en la cabeza adornado con plumas de gallo. El vestido de las mujeres se compone de un huipil en la parte superior del cuerpo (vestido regional suelto y sin mangas, adornado con bordados de colores) y un pozahuanco en la inferior (tela que se faja sobre las caderas y que cubre las piernas). En la cabeza llevan un sombrero forrado de lana.
La danza se representa durante cuatro días antes del inicio de la Cuaresma, comenzando el domingo anterior y concluyendo el Miércoles de Ceniza.
La danza de los Tejorones se representa en muchas poblaciones de la Costa, con variaciones en el vestuario, la música, la coreografía y en el nombre; la versión que los habitantes de Pinotepa de Don Luis hacen de la danza mantiene elementos que la hacen una de las más interesantes. Pinotepa de Don Luis es un municipio contiguo al de Santiago Pinotepa Nacional; tiene una superficie de 51 kilómetros cuadrados y su población, de cerca de 6,000 habitantes, se dedica principalmente a las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la construcción. La lengua indígena que habla la mayoría de la población es el mixteco. La primera parte de su nombre significa en náhuatl "palacio de pinole"; la segunda se adoptó porque el municipio se halla en parte de lo que fue territorio de las encomiendas de Luis de Castilla (uno de los protegidos de Hernán Cortés), quien por su éxito como minero llegó a ser el hombre más rico de la Nueva España.
La danza de los Tejorones es representada principalmente en época de Carnaval. Los danzantes se cubren con máscaras y vestidos con oropel; algunos representan papeles característicos que los enfrentan a otros personajes: el tigre, la vaca, el perro y la María Candelaria (mujer de los tejorones). Van cubiertos con ropas gastadas, llevan en la cabeza un cono cubierto con plumas de gallo. La máscara del tejorón es humanoide, con rasgos negros o blancos dependiendo del lugar donde se represente.
Cuando se representa la danza en el Carnaval, los danzantes van llegando uno tras otro al centro del pueblo mientras el público hace un círculo alrededor de ellos con cierto temor a sus reacciones. Los niños se aproximan para hostigarlos y huir. Las agresiones de los tejorones son de todo tipo: insultan, ridiculizan y atrapan hombres y mujeres pasando por alto tabúes sexuales. Las autoridades también tendrán que soportar sus insultos, incluso los hombres viejos, sin perder la calma. Como todos los bailes de Carnaval, rompe con las normas, transgrede el status quo y da rienda suelta a los instintos sexuales.
Los tejorones llevan en la mano una sonaja, utilizan también escopeta, machete, matraca, pistola y lazo. El tigre es el centro del grupo, algunos conjuntos de tejorones hacen retratos satíricos de las autoridades.
El tigre siempre tiene a los tejorones en su contra, representa el mal y lo prohibido, y además es él quien tiene el poder. Su principal atributo es la cola larga que usa constantemente; se masturba y trata de violar a la vaca o algún tejorón, ya sea como hombre o como mujer, imitando un coito heterosexual u homosexual. El tigre salta en todas direcciones, juega con su cola y se enfrenta duramente con la vaca hasta que la pelea termina con la violación de alguno de los dos.
Durante el son del tigre se representa a este animal robándole una vaca a un ranchero, quien al darse cuenta del hurto intenta cazarlo acompañado de su compadre y un perro; finalmente, todos los tejorones atrapan y castran al tigre. Este son es muy similar a la Danza del Tigre, aunque mucho más breve, y se diferencían en cuando se baila el son se hace una denuncia a viva voz de los ladrones de ganado que merodean por la región y que en ocasiones no son castigados.
La Danza de los Tejorones todavía conserva reminiscencias de lo que fue el teatro indígena, pues representa pantomimas con argumentos ingenuos pero con mucho significado para ellos, ya sean sátiras actuales sobre personas del lugar (la casada infiel, el tigre) o bien ilustraciones sobre cuentos indígenas tradicionales, pero conservando siempre en esencia su carácter didáctico según el tema tratado.
La pantomima de la Casada sirve a los tejorones para revelar los amores que clandestinamente tienen las personas del lugar, y cualquier persona que los tenga está en peligro de ser señalado, ya que de inmediato es "casado" con su "segundo frente", además de que se le descubre cualquier asunto turbio en el que esté involucrado.
El grupo de los tejorones hace vivir todo lo que la sociedad prohibe; son la expresión de una sociedad que vive según leyes contrarias a las propias, de una contrasociedad que tiene su hora de gloria y luego su muerte. Los cascabeles de los tejorones son gritos de rebeldía y llanto frente al futuro desconocido, así como miedo a la muerte: "tal vez el año que viene estemos muertos, no podremos bailar", es lo que cantan los tejorones entre copas y llanto.
Se sabe que esta danza se originó en la región mixteca de la costa a raíz de la invasión francesa a México en el siglo XIX. Se practica en varios pueblos de la región, aunque la versión de los pobladores de Santa María Huazolotitlán es considerada entre las que refleja de manera más clara sus orígenes históricos. Santa María Huazolotitlán es un municipio del litoral del Océano Pacífico, al sureste de Santiago Pinotepa Nacional. Su población se dedica principalmente a las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, el comercio y la construcción. Hablan mixteco poco más de 3,000 personas mayores de cinco años.
Los lugareños cuentan que con motivo de la invasión francesa a México en el siglo XIX, algunos grupos indígenas huyeron a los montes y ocasionalmente bajaban a las poblaciones, primero con el objetivo de explorar y espiar, más tarde por simple curiosidad. Los franceses interpretaban sus bailes y eran observados por la gente del lugar. Cuentan que cada noche aumentaba el número de curiosos que los observaba, y estos contemplaban los sainetes europeos con una mezcla de asombro, odio y admiración.
Cuando los franceses se retiraron, los mixtecos salieron de sus escondites. Para celebrar la liberación, se reunieron festejando a su modo con una imitación grotesca de los bailes franceses, deliberadamente exagerados y ridiculizados. Así demostraban su rencor, sentimiento que les llevó a repetir en cada fiesta esa parodia, hasta que la costumbre la hizo una tradición regional.
Con la natural disposición a la sátira y las características del indígena, se complementó la ridiculización con el atavío, mezclando su inclinación por los colores vivos y por el oropel, con la arrogancia ostentosa del uniforme de los suavos franceses, obteniendo un conjunto abigarrado. Para complementar la parodia y como toque refinado, idearon colocarse sobre la cara un pañuelo blanco en el que pintaron las facciones finas de los europeos, simulando con el color blanco del pañuelo el color pálido de la tez de los invasores, en contraste con el tono moreno de las manos que dejaron descubiertas. Posteriormente los pañuelos fueron sustituídos por las mascaritas de madera que dieron nombre a la danza.
La música de la danza está integrada por una marcha militar, que se toca al inicio y fin de la interpretación, y por siete sones: los Molinetes, los Callejones, la Granada, los Pabellones, la Cadena, el Caracol y la Culebra. El ritmo de la música tiene un marcado aire de cuadrilla de influencia francesa pero con sabor indígena, sumamente alegre, movida y original, sin repetir las melodías ni una vez.
La danza es interpretada por hombres exclusivamente. El vestuario de los personajes masculinos consta de un calzón blanco recogido con cintas en los tobillos, enredado en forma de tirabuzón hasta las rodillas, imitando una polaina. La camisa es de un color encendido, con el corte usual de los indígenas. Sobre el calzón llevan un lienzo rectangular sin corte ni costura que se ciñe a la cintura con un fajero. Dicho lienzo es generalmente rojo y es un remedo del traje suavo. Van calzados con huaraches y sobre los hombros usan una capa de tela brillante bordada y adornada con cuentas, la cual se sostiene con cintas de colores cruzadas sobre el pecho. Usan un sombrero de copa redonda y alas chicas coronado por un penacho de papel multicolor. Cubriendo la cara y por debajo del sombrero, va el pañuelo blanco pintado con los rasgos europeos o la máscara tallada.
El vestido de los personajes femeninos es más sencillo, consta de una falda amplia con olanes, una blusa del mismo tipo y en los costados dos bullones de tela brillante roja que ridiculiza el traje francés femenino. También usan sombrero de petate y pañuelo blanco que les cubre el rostro (o la máscara), pero las facciones que tienen pintadas son más delicadas, con las pestañas rizadas, chapas y los labios pintados en forma de corazón. Calzan huaraches y usan medias de colores encendidos. Ocasionalmente usan trenzas sobre los hombros.
Generalmente siete "parejas" interpretan la danza, una de ellas encabeza la danza y se diferencia de las demás por algunos detalles: el hombre usa saco y machete y la mujer lleva rebozo. Durante el desarrollo de la danza la pareja principal ejecuta sus movimientos alrededor de las demás.
Usualmente esta danza se interpreta en las fiestas del Carnaval, en febrero o marzo, y en las fiestas patronales y tradicionales de Santa María Huazolotitlán. En los pueblos de la región se le conoce con diferentes nombres: "Danza de la Quijada" en San Juan Colorado, "Danza de las mascaritas catrinas" en Pinotepa de Don Luis, "Danza de los plumudos" en Huazolotitlán y "Danza de las mascaritas yacollantes" en Jamiltepec.
Esta danza es una variante regional de la conocida como "Moros y Cristianos". La practican en diversas poblaciones de la Costa, de las cuales la interpretación de Santiago Jamiltepec27 es especialmente vistosa y llena de colorido. Santiago Jamiltepec es cabecera de Distrito y Municipio situado en el litoral del océano Pacífico, al sureste de Santiago Pinotepa Nacional. La población del municipio es de poco más de quince mil habitantes y se ocupa en las tareas agropecuarias, la producción manufacturera, la construcción y el comercio; habla mixteco la tercera parte de la población. Desde 1983, cada 18 de octubre se lleva a cabo el Festival de la Chilena, único en su género en México; en él se recrean los versos, canciones y bailables que trajeron al país los inmigrantes chilenos que llegaron a Puerto Minizo en el siglo XVIII.
La danza de los Chareos representa la batalla entre dos grupos: los moros enemigos de la fe cristiana, lidereado por Pilatos, y las tropas defensoras de la religión católica, comandadas por el Apóstol Santiago. La ejecutan dieciséis danzantes masculinos. Uno de ellos representa al Apóstol Santiago y es el que usa un vestido que simula un caballo por medio de un pequeño armazón, con lo cual se da la apariencia de que el danzante es un jinete montado en un caballo blanco.
Los danzantes usan plumas de avestruz en la cabeza y una de pavo real al frente, su indumentaria se completa con machete y paliacate blanco sobre los hombros. Quien encabeza usa un penacho de plumas blancas y un sombrero con un pequeño espejo. El pantalón es de terciopelo con brocados dorados, y abajo del mismo usan un calzón tejido de algodón. Dos personas enarbolan al frente dos banderas rojas y dos blancas; las primeras simbolizan la sangre de los soldados de Santiago y, las segundas, la paz después de la victoria de los cristianos.
En el desarrollo de la danza se representa la batalla contra los moros y el auxilio del apóstol en favor de las tropas cristianas, por lo cual la danza también está considerada como una variante del grupo conocido como los "Santiagos".
La música es interpretada por sólo dos instrumentos: tambor y flauta.
En la Costa Chica, región que comprende parte de los estados de Oaxaca y Guerrero, se practica un género de baile conocido con el nombre de chilena. A diferencia de las danzas, las chilenas son bailes que, aunque tienen influencia inevitable de los grupos negros e indígenas de la región, son esencialmente mestizos.
En la ciudad de Santiago Pinotepa Nacional se practica mucho este genero de baile, de tal manera que aunque no es exclusiva del lugar, se identifica con él. Santiago Pinotepa Nacional es un municipio del distrito de Jamiltepec que se dedica principalmente a las tareas agropecuarias. Su capital es un importante centro comercial.
El nombre de las chilenas proviene del decir popular de que el ritmo movido y elegante que practican proviene de la República de Chile; de ser verdad tal suposición (factible en tanto el comercio con las ciudades sudamericanas de la costa del Pacífico fue una práctica constante durante la Colonia y el siglo XIX), el baile del cual provienen las chilenas debe ser sin duda el llamado cueca o zamacueca, que es el baile folklórico nacional de Chile. Este baile establece una unión entre el canto y la música. La ejecución típica de una pieza de su estilo requiere dos instrumentos esenciales: arpa y guitarra. Mientras la pareja efectúa las evoluciones de la danza, los asistentes la animan con voces en que abundan los chistes y las frases intencionadas.
La cueca o zamacueca es también un baile muy popular en otros países sudamericanos como Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Colombia, Perú y Ecuador. En estos países presenta pequeñas variaciones producidas por las influencias locales, pero mantiene constantes que comparten las chilenas mexicanas: se caracteriza por sus movimientos vivaces, es una pantomima del cortejo y conquista de una dama hecha por dos parejas generalmente; el baile se acompaña de un provocativo ondeo de pañuelos y estrofas cantadas por los músicos.
En la región de Pinotepa Nacional, lugar en donde más se practica el baile de la chilena, la versión más difundida sobre su origen es la que habla de un barco chileno encallado en la zona cuyos tripulantes se establecieron en las poblaciones cercanas dejando como herencia sus cantos y bailes. No hay manera de saber si esta versión es verdadera, sin embargo, no es del todo improbable, ya que muchos barcos sudamericanos que se dirigían hacia California a mediados del siglo XIX hacían escalas en los puertos mexicanos de Huatulco y Acapulco durante la llamada "fiebre del oro". Tal situación involucró un largo proceso de transculturación que con el tiempo dio lugar a la chilena costeña mexicana, que es una mezcla de los elementos iniciales de la chilena con las influencias de la región de la Costa Chica: el particular estilo musical de la zona y la natural picardía mexicana. Los pasos también sufrieron algunas evoluciones, pues sugieren una conquista amorosa que culmina en un son donde la pareja termina baila ndo un zapateado indicando que bailan de felicidad.
El vestuario varía de acuerdo a la localidad en que se baile, ya que existe una indumentaria indígena y otra mestiza. El vestido de la mujer, de acuerdo a la primera, consta de huipil y pozahuanco. El primero es una prenda larga y amplia, con cuello en forma de cuadro, tiene un variado adorno de figuras bordadas: arañas, alacranes, tortugas, caballitos y cangrejos. En la terminación de los ángulos del cuello presenta también bordados de adorno y una serie de listones, de color rojo y azul, adheridos a la tela. El pozahuanco (falda o enredo) no es muy amplio, está tejido en telares rústicos de cintura resultando un diseño de rayados de colores rojo, morado y azul. El rojo es extraído de un árbol llamado zamaxtle, el morado de un tipo de caracol marino y el azul del arbusto de añil. Para sostener la falda a la cintura usan una banda tejida de palma terminada en una tira de algodón llamada sollate. Su peinado lo arreglan con un nudo en la parte frontal llamado tlacoyal y en la parte posterior se adornan con malacates, que son agujas para detener el cabello, estos tienen en un extremo borlas de seda roja, amarilla y azul. Usan argollas y collares de cuentas de oro con corales y figuritas de plata.
Los hombres usan cotón que les llega hasta la cintura con el cuello en forma de cuadro del cual salen dos borlas rojas, una hacia adelante y otra hacia atrás. Las mangas son de tres cuartos. El calzón llega hasta el suelo, se le hace un dobladillo adornado con un bordado llamado cambalache. En la cintura se usa un ceñidor que le da una vuelta entera y les cuelga hacia atrás, terminando con flecos e hilos de colores.
Los negros de la región practican bailes que se han considerado como pertenecientes al género de las chilenas. Entre dichos bailes negros destaca el "Son de la Artesa". La artesa es un tronco grande de una sola pieza, similar a una canoa colocada de forma invertida sobre unos palos, de tal manera que se encuentre levantada a unos centímetros del suelo; sobre la artesa bailan las parejas, de una en una, mientras las demás esperan su turno a un lado de la misma.
El zapateado se acompaña de música de chilena ejecutada con violín, guitarra, un cajón y a veces con arpa. Se interpreta de manera que el zapateado de los bailadores y la música forman una unidad, la cual se logra gracias a la resonancia que produce la artesa. Por lo regular los ejecutantes van descalzos.
Las chilenas mestizas presentan un vestuario femenino compuesto por una blusa bordada con chaquira, formando guías de flores y algunos animales. La falda es amplia, de satín o popelina de vivos colores, adornada con encajes y listones. La cabellera se trenza con listones; los aretes, las cadenas de oro y una mascada complementan el vestuario. El hombre usa pantalón y camisa amplia anudada a la cintura, un sombrero de palma y un paliacate rojo.
En la costa de Oaxaca se bailan sones, jarabes y chilenas, destacándose entre los primeros, los sones de Pochutla con influencia de la zona de Yautepec.
San Pedro Pochutla es un municipio dedicado principalmente a las tareas agropecuarias, el comercio, la producción manufacturera y la construcción; tiene yacimientos de hierro, cobre y manganeso. En su jurisdicción se encuentra Puerto Ángel, población que adquirió importancia a principios de siglo por embarcarse allí la producción cafetalera de la región y que en la actualidad es un destino turístico de regular importancia.
Los sones al ejecutarse se caracterizan por su música profana, alegre y típicamente mestiza que expresa el coqueteo entre el hombre y la mujer; a excepción de algunas figuras coreográficas el baile es suelto, sin que las parejas se toquen. En los sones se combinan partes instrumentales con partes cantadas, en los momentos instrumentales se zapatea fuertemente, mientras que las partes cantadas sirven a los bailadores para realizar paseos o descansos. El ritmo es de 6/8.
Las coplas por lo regular tienen de 7 a 10 versos de distinta medida y al cantarlas son típicas las cadencias descendentes al finalizar. Su contenido generalmente es amoroso y lleno de picardía, estos sones se complementan con gritos y exclamaciones de júbilo.
En los sones se hace referencia a la fauna, imitando al bailar los movimientos de los animales que por lo general le dan nombre. La música es interpretada por una banda de viento, pero también se usa la guitarra, el violín, el cajón, el cántaro y la hoja de café, con la cual se produce un sonido semejante al del saxofón.
El traje tradicional para las mujeres consta de falda, enaguas y camisa mestiza, el hombre usa calzón sin cinta, una camisa suelta, sombrero de palma y paliacate; ambos calzan huaraches.
Javier Santiago Arenas, Red Manager
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